Constelación de Orión, "el Guerrero"
Quizá esté ahí para recordarnos para qué estamos nosotros aquí
Quizá esté ahí para recordarnos para qué estamos nosotros aquí
Voy a tratar de responder a esta pregunta desde la experiencia personal, porque creo que lo que me pasó a mí es reflejo de lo que les pasa a muchos de nuestros contemporáneos.
Hay muchas personas que no creen en Cristo, que permanecen en la incredulidad. Contemplando lo que les pasa, puede parecer incomprensible que Dios les exija la fe, creer en una historia tan increíble para una persona que se mueve en la sociedad de hoy. Y sin embargo, el primero y el más importante mandamiento de la ley de Dios, según el propio Jesucristo, es el amor a Dios:
"Maestro: ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley? Él le dijo: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente". (Mateo 22, 36-37).
No pretendo con esto decir que todo el que, habiéndosele anunciado a Cristo, no crea, se va a condenar. Eso sólo Dios lo sabe de cada uno; sólo Él puede saber qué dificultades interiores tiene para creer, hasta qué punto le ha llegado o no el verdadero mensaje de Jesucristo, hasta qué punto ha sido engañado, si de verdad le rechaza a Él o rechaza la imagen deformada que ha recibido o malentendido, etc. Pero sí es verdad que la fe, es más, el amor a Dios, es algo necesario para acoger la salvación que recibimos por Jesucristo.
¿Cómo puede ser necesaria la fe en algo tan "difícil" de creer? Para responder a esto, más bien tendríamos que enfocar el problema de otra forma: ¿Por qué, a tantas personas, Cristo no les atrae interiormente? ¿Es que no les llama? ¿Es que se ha olvidado de ellos? No, por supuesto. Dios, Cristo, nos llama a todos, de una forma u otra que sólo Él sabe. Los bautizados, además, le hemos recibido ya, y Él no va a abandonarnos. Lo que ocurre es que no le escuchamos. Si le escucháramos, muchas dificultades aparentes serían vencidas con facilidad.
Creo que hay dos razones por las que hoy en día muchas personas no
escuchan a Jesucristo cuanso les llama. Todos tenemos dentro la llamada de la Verdad, que también es la llamada de Cristo, porque Cristo es la Verdad. Todos queremos saber para qué vivimos, por qué, para qué estamos aquí. Pero unos se cansan de buscar y se conforman con pensar que es imposible conocer la Verdad, y otros encuentran falsas "verdades" con las que calman sus ansias, y se quedan empantanados en ellas, autoconvenciéndose a duras penas de que ya han llegado.
Esto último es lo que les pasa a los que, -como a mí me pasó un tiempo-, caen en una falsa espiritualidad "cósmica", gnóstica, creyendo que no hay más Dios que el universo, abonándose a una especie de panteísmo "New Age". Así, todas las gracias que Dios les da, no las atribuyen al Dios creador que les ama y les busca, sino que se imaginan que son fruto de esa falsa trascendencia "cósmica". Es ésta una falsa religión; porque "religión", que viene de "re-ligare", que significa "re-unir", implica unión de la persona con Dios, y esa falsa religión no les une con Dios, sino que les separa de Él. Por eso, ya expliqué en otra entrada que estaba más cerca de Dios cuando me hice agnóstico que cuando era panteísta y pensaba que no había más Dios que el "cosmos". La falsa espiritualidad "New Age" no es una creencia inocua, es una vía muerta espiritual; es una idolatría muy dañina, que desperdicia las gracias recibidas de Dios:
"Porque dos males ha hecho mi pueblo: me han abandonado a mí, fuente de aguas vivas, y han cavado para sí cisternas, cisternas agrietadas que no retienen el agua". (Jeremías 2,13).
... Y estas personas sufren, porque no se explican por dónde se les escapa el agua. Quieren creer que han encontrado la verdad, y se autoimponen ser felices y positivos, pero no llegan a estar saciados y sufren por ello, sin explicarse qué les pasa,echando una y otra vez miserables gotas de superstición en sus cisternas agrietadas.
Además, los que creen en este falso "dios-cosmos" piensan incluso que esa creencia engloba todas las religiones, que en el fondo, el cristianismo, el judaísmo y el islam son formas primitivas de acercarse a ese dios-cosmos, y que ellos están cercanos al supremo conocimiento, un conocimiento "no dogmático" -dicen-, totalmente "positivo", en el que "todo fluye". Lo sé bien porque era lo que yo creía. Y hasta algunos creen en Jesucristo, pero no en el auténtico Dios vivo bajado del Cielo, sino en que no era más que una persona que entró muy en contacto con ese "dios-cosmos", y que lo que significa que Jesús es Dios es simplemente que estuvo completamente unido a esa corriente de "energía unirversal". Pero es una pura patraña. Cristo existía antes de que el universo existiera, Él lo hizo, y vino en un momento histórico, haciéndose hombre, para dar su vida y mostrar su amor por nosotros, salvándonos del pecado y de la muerte. El encuentro personal con Cristo resucitado es el cristianismo, y es algo diametralmente opuesto a esos cuentos chinos de energías cósmicas y demás chorradas, propias de gente sin respeto por la verdad. Hablo no sólo por conocimiento, sino por experiencia propia. Los judíos, musulmanes y cristianos creemos en el mismo y verdadero Dios que nos ha creado, aunque judíos y musulmanes lo conozcan de forma imperfecta, sin llegar a recibir la auténtica revelación del amor que Dios nos tiene, que Jesús nos ha mostrado en la Cruz.
El segundo error que comentaba es parecido a éste. Es el de los que se cansan de luchar por la verdad y se dedican a una vida relajada. Muchos se engañan pensando que el hombre no es capaz de conocer la verdad y se abonan al lema "comamos y bebamos, que mañana moriremos" (Isaías 2, 13). Así, dejan de buscar la verdad, dejan de buscar el sentido de la vida, e idolatran el placer y el bienestar, el "carpe diem", disfrutar de cada momento sin más preocupaciones. Se conforman con poco y rechazan la lucha que es la vida del hombre sobre la tierra: "militia est vita hominis super terram" (Job 7, 1).
"Me parece que nunca he buscado más que la verdad"
(Santa Teresa de Lisieux, doctora de la Iglesia)
A la izquierda, Teresa, representando a su admirada Santa Juana de Arco, en la obra que ella misma escribió.
Tanto en un caso como en otro, lo que ha pasado con esa persona es que se ha cansado o ha dejado de luchar por la verdad. Tanto en un caso como en otro, cae en una de las mayores desviaciones contemporáneas: el ser humano no se da cuenta de lo que vale, de que es el señor de la Creación, la única criatura sobre la tierra a la que Dios ha amado por sí misma, salvada por Jesucristo, Dios y Hombre, al precio de su propia sangre. El pecado de tales personas no es simplemente que no crean, es que se autoincapacitan para creer, porque han dejado de escuchar la llamada de Dios, han ahogado el ansia que mueve a su alma hacia el encuentro con el Dios Vivo, que le busca. Si no hicieran esto, todas las dificultades para creer se disiparían como la niebla ante la llamada de Cristo, ante su Luz iluminando sus vidas.
Vuestra fortaleza ha de emanar del gran poder del Señor, que está en vosotros. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis resistir con firmeza las asechanzas del diablo, porque nuestra lucha no es contra seres de carne y hueso, sino contra potestades y autoridades, contra los que gobiernan las tinieblas de este mundo y también contra los espíritus malignos que habitan regiones celestiales. Revestíos de la armadura completa de Dios, para que podáis resistir los ataques enemigos en el día malo; así, cuando la batalla termine, vosotros seguiréis en pie. Permaneced firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, vestidos con la coraza de la rectitud y calzados y aprestados vuestros pies con el evangelio de la paz. Embrazad, sobre todo, el escudo de la fe, para que en él podáis apagar todas las flechas ardientes del maligno. Cubríos la cabeza con el casco de la salvación y empuñad la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. (Efesios 6, 10-17).
"No creo en pacifistas que no están en guerra consigo mismos" (San Josemaría Escrivá)
Una tercera vía de escape a la escucha de Cristo es el ateísmo, pero bastante minoritaria. El ateísmo es un rechazo consciente a la llamada de Dios. Viendo la militancia de muchos ateos, resulta evidente que Dios les interpela, pero se empeñan en luchar contra él. Es como si no necesitaran más verdad que negar la existencia de Dios. Y sin embargo, creo que deberían preguntarse que si Dios no existe, ¿cuál es entonces el sentido de todo? En el fondo, creo que muchos acaban negando su propia capacidad para conocer ese sentido, pero sí creen saber una cosa: que la existencia y el amor de Dios es una idea falsa y que hace mucho daño. En el fondo, como los anteriores, también están renegando de su propia grandeza como seres humanos capaces de conocer y amar la Verdad, y abandonando la responsabilidad que eso implica de buscar la verdad y seguirla. Hablando con ellos, muchas veces me he encontrado con que para ellos parece que todo vale, con tal de negar a Dios, a Cristo y a su Iglesia; su respeto por la verdad deja muchísimo que desear. Y la falta de respeto por la verdad es lo que más aparta de Dios, que es la Verdad.
Hay además un denominador común a todas estas desviaciones: el rechazo del pecado como realidad universal que afecta y amenaza al hombre. Por eso, lo que está pasando es propio de una sociedad desarrollada, rica, donde creemos que todo debe ser "de color de rosa", donde no contemplamos el sufrimiento como parte de la vida. No se acepta la propia responsabilidad, no se acepta la realidad de que el hombre está afectado por el pecado y tiene que curarse. Para unos, "todo fluye, no hay pecado, sólo estados de conocimiento imperfecto, no hay verdadera responsabilidad personal" (patraña New Age). Para otros, nada tiene sentido, así que el único sentido de todo es el que cada uno quiera darle. Por supuesto, sí, hay que ser coherentes y seguir la propia conciencia, -piensan-. Pero eso es tan débil y subjetivo que fácilmente se acaba aceptando el crimen cuando conviene, y ahí tenemos la fétida realidad del aborto para demostrarlo. En el fondo, es que se está dispuesto a aceptar cualquier cosa, excepto lo que implique sacrificio, lucha, reconocimiento de responsabilidad, compromiso. Hay una guerra y Jesús nos llama a la batalla, pero a veces preferimos seguir en nuestro bienestar, negando la existencia de la guerra... Sin embargo, cuando aceptas su llamada, decubres que has nacido para ser guerrero, no para perder el tiempo con frivolidades y engaños.
El hombre no se conforma con menos que con Dios (San Agustín)
No quiero condenar a nadie, pero sí decir que Dios nos da la capacidad de conocerle, y que muchos no le conocen porque no quieren, como no quería yo durante una etapa de mi vida. Es importante tener respeto por la verdad, no dejar de buscarla, luchar por ella, y no conformarse con una vida sin sentido, indigna de la grandeza del ser humano. El respeto y búsquedad de la verdad es ya una correspondencia del ser humano a la llamada de Cristo, aunque aún se encuentre aparentemente lejos de Él.
Estamos llamados a compartir la gloria de Dios, nada menos. La clave para encontarse con Dios es no conformarse con menos; porque conformarse con menos es indigno de nosotros. Pero eso implica lucha y compromiso, aceptar una cruz que, sin embargo, es muchísimo más llevadera y productiva que el hastío de una vida sin sentido, o que la frustración de una vida volcada en supersticiones estériles.
Cristo con el abba (padre) Menas. Icono copto (cristiano egipcio) del siglo VI-VII.
Obsérvese cómo Cristo, el Dios vivo, pasa su brazo por el hombro de su amigo.
Por ese gesto de confianza, a éste se le ha llamado "el icono de la amistad".
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