Opiniones de un converso

El pasado lunes, 3 de Junio, se celebró la fiesta de San Carlos Luanga y sus compañeros mártires de Uganda. Ese mismo día, en la Liturgia (Juan 16,33), Jesús resucitado nos decía:

¡Ánimo, yo he vencido al mundo!  Y en el salmo 149 nos dice:

El Señor ama a su pueblo

y adorna con la victoria a los humildes.

Sabemos que Jesús ya ha vencido con su muerte y resurrección, que derrotó a la muerte y hasta que en su Ascensión al Cielo, como general victorioso que regresa a su país, "captivam duxit captivitatem" ("se llevó cautiva la cautividad", Efesios 4,8). Sabemos que esa victoria es definitiva, final. Pero, rodeados como estamos de sufrimientos e injusticias, y acompañados por nuestros propios pecados, a veces nos parece algo prometido solo para el futuro, que solo veremos en el Cielo...

A partir del Domingo de Resurrección, Jesús vivo, resucitado, se muestra visiblemente a sus discípulos. Primero, a María Magdalena y las mujeres; luego a los apóstoles y más tarde a Tomás, que antes no estaba; luego a muchos, más de 500, según cuenta San Pablo (1 Cor 15,1-8). Estos serán testigos directos de su Resurrección, un hecho clave en la evangelización.

Pero Jesús no se presenta a todos.

En relación con el 19 de Marzo, festividad de San José, creo que debemos empezar a celebrar lo bueno que es ser hombre.

El modelo masculino llega a su plenitud en el hombre esposo y padre, sin que ello signifique hacer de menos a los solteros o a los que no tienen hijos. La masculinidad necesita ser restaurada, porque ha sido muy dañada por dos amenazas que no son tan distintas entre sí como puede parecer: el machismo y la ideología de género.

Por mucho que yo quisiera, por mucho que me esforzara, no podría salvarme sin Jesús. No podría limpiar mis propios pecados, ni liberarme yo solo del destino que nos persigue a todos: apartarnos del bien, alejarnos de Dios y condenarnos. Nadie puede hacer eso por sí solo.

Jesús lo hizo por nosotros: se puso en nuestro lugar, cargó con nuestros pecados y los dejó clavados en la cruz. Mereció así para todos nosotros la misericordia del Padre, para los que queramos recibirla.

Leo en la declaración conjunta entre Francisco y el Gran Imán de Al Azhar (Febrero de 2019):

"El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos".

Eso no es verdad y no es la enseñanza católica. Ahí no habla la Iglesia.

Un cura, despechado porque le han desterrado a un sitio tan horrendo como Conil de la Frontera -quizá haya algún voluntario para misión tan recia- habla con El Mundo. Empieza a despotricar contra su Obispo, con el que debería de colaborar, y dice que sólo hay 20 curas que le son fieles  ("jóvenes" y "cómplices" llama a estos compañeros suyos), de un total de 155 nativos.

Sencillamente: tanto PSOE como PP, Podemos o C's defienden políticas abortistas, de ideología de género, pro-LGTB y antifamilia que son gravemente contrarias a la justicia. Vox es el único que está contra todo eso. Pero la incongruencia de mezclar el neoliberalismo con los valores cristianos ha llevado al PP a acabar como cualquiera de los otros ("no se puede servir a dos señores"), y Vox corre el riesgo de seguir el mismo camino.